miércoles, 18 de diciembre de 2013

Washington

Hoy volvemos a tener la colaboración especial, de un buen compadre, y genial blogista al que os vuelvo a invitar a leer su blog (http://dacosica.blogspot.com.es/, si no funciona abajo donde blogs que sigo, tenéis un enlace directo para ir a leerlo). 

Hace poco ha estado de viaje de novios por EE.UU. y nos invita a conocer la siguiente ciudad:

Washington


La ciudad de Washington (Distrito de Columbia), capital de los EE.UU. de América edificada sobre lo que era una fétida marisma a finales del S. XVII debe su nombre a a George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos. El nombre del distrito, Columbia, es en referencia al descubridor del continente, Cristóbal Colón.  La idea de poner la capital de la nación en una nueva ciudad completamente planificada partió del  entonces presidente, Thomas Jefferson, quien acordó situarla justo en los límites entre los estados del norte y del sur, es decir, entre Maryland y Virginia. La urbe fue planificada por el arquitecto francés Pierre Charles L'Enfant, quien fue despedido durante las obras debido a sus continuas quejas por la falta de fidelidad al proyecto programado.

Vista aérea del Monumento a Washington y Capitolio
La ciudad está situada en la zona llamada “cinturón de la nieve”  y es dividida por el río Potomac, lo cual hace de ella una población de clima muy extremo: nieve y frío en invierno,  calor húmedo y lluvias intensas en verano. Lo recomendable es visitarla en primavera u otoño.

Washington ha sufrido los rigores de la guerra: fue quemada y arrasada por los canadienses en la Guerra Anglo-Estadounidense de 1812 y también ahí se produjo una batalla de la Guerra de Secesión. De ahí que el principal atractivo de la ciudad, la Casa Blanca, no sea la original y haya sido reformada y reconstruida  en varias ocasiones. 

Estatua de Lincoln
Las vistas de la residencia presidencial no son muy buenas en la puerta principal, ya que por motivos de seguridad ya no dejan acercarse a los peatones, es mejor verla por detrás, lo cual permite contemplar el famoso Ala Oeste donde el Presidente de los EE. UU.  hace sus ruedas de prensa.  Al lado de la Casa Blanca hay un conjunto de casas muy bonitas, que se salvaguardaron de la especulación inmobiliaria y del derribo gracias a una famosa primera dama.

Muy cerca de ahí se encuentra el edificio del FBI y el Capitolio. Conocido mundialmente por su cúpula y sus escalinatas, cada cuatro años es el escenario del juramento del Presidente. Está dividido en dos: El ala norte corresponde al Senado y el ala sur a la cámara de Representantes. Existen visitas guiadas, todas en inglés, y casi siempre hay sesiones de ambas cámara abiertas al público.

Justo en frente, tras un larguísimo paseo a pie, se encuentra el no menos famoso Monumento a Washington, que hasta este año ha estado rodeado de andamios ya que resultó dañado en un terremoto. Washington, hombre austero y humilde, nunca toleró que se erigieran estatuas de su persona y ésa es una de las razones se optó por esta especie de monolito con forma de pirámide, símbolo masónico, pues los fundadores de esta gran nación pertenecían a esta logia.

Justo a medio camino se encuentra el no menos famoso Lincoln Memorial, donde podemos encontrar la estatua del presidente. Lugar mítico, escenario de protestas, escenas de míticas películas y del más famoso discurso de Martin Luther King. Por cierto, que a unos metros y a orillas del Potomac se encuentra el monumento al doctor King, una estatua tallada en piedra a la que le faltan los pies como símbolo de que “la igualdad entre los hombres aún está por lograr”.

A ambos lados de la escalinata se encuentran dos de los monumentos más impactantes y emotivos, los dedicados a los veteranos de las guerras de Vietnam y Corea.  Muy cerca de ahí se encuentra el Monumento a Thomas Jefferson, poco visitado pues está en mitad del río y pilla algo a desmano.  También requiere un pequeño desplazamiento en coche el emotivo Alzando la bandera en Iwo Jima, pero merece la pena, sobretodo de noche.
Monumento a la Guerra de Corea

Pero para el visitante la visita no acaba aquí, multitud de museos de la Institución Smithsonian, todos ellos gratuitos y espectaculares, aunque el que se lleva la palma es el Museo Nacional del Aire y el Espacio donde puedes tocar una roca lunar, ver el primer avión que rompió la barrera del sonido, disfrutar de una réplica tamaño natural de un caza Zero japonés de la Segunda G.M.  o pasearte por un avión de pasajeros de los años 50.

A las afueras de la ciudad hay otras dos “localidades” que hay que ver: Georgetown y el cementerio de Arlington. La primera es una elegante población de bellas casas donde reside lo más selecto de Washington y los estudiantes de la prestigiosa universidad, que también se puede visitar. Tiene una pequeña capilla y un coqueto patio interior. Ahí dan clase o han sido alumnos varios jefes de estado (muy prestigiosa en Ciencias Políticas) y es cuna de grandes jugadores de baloncesto (P. Ewing, A. Mourning, D. Mutombo).
Georgetown

El cementerio de Arlington, donde “duermen” más de 300.000 almas es parada obligada y sitio que impresiona mucho. No sólo por la tumba de JFK y su fuego eterno, rodeado de unos muros con frases de sus discursos; ni por la señorial mansión donde pasó sus últimos años el General en Jefe del ejército Confederado Robert Edward Lee, sino que a uno se le encoge el corazón ver las lápidas de los allí enterrados en alguna de los múltiples conflictos bélicos donde EE.UU. se ha visto involucrado.

Washington es una ciudad segura para el turista pese a que asuste su elevado índice de criminalidad. No hay peligro si uno no va donde no hay nada que ver.

Por último, ver tanta cosa da hambre y por ello hay que alimentarse: a parte de los famosos puestos ambulantes y de las cafeterías de los museos uno puede comer en un restaurante típico español como el Jaleo. Comida española adaptada al gusto yankee. Un consejo: no pidáis cerveza que contenga jengibre, el que avisa no es traidor...

Por Rafael Tejerina Gutiérrez

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